░ A morte de Beverly Hills

V

 

Nas cabines telefônicas
há misteriosas inscrições desenhadas com batom
São as últimas palavras de doces garotas loiras
que com o decote ensanguentado se refugiam ali para morrer.
A última noite sob o pálido neon, último dia sob o sol alucinante,
ruas recém regadas com magnólias, faróis amarelos dos carros
de polícia no amanhecer.
Te esperarei a uma e meia, quando saíres do cinema – e a
esta hora está morta no Depósito aquela cujo
corpo era um ramo de orquídeas.
Ferida nos tiroteios noturnos, encurralada nas esquinas
pelos refletores, esbofeteada nos night-clubs,
meu verdadeiro e doce amor chora em meus braços.
Uma última claridade, a mais afilada e nítida,
parece deslizar-se dos locais fechados:
esta luz que detém os transeuntes
e lhes fala suavemente de sua infância.
Música de outro tempo, canção ao compasso cujas velhas
—– notas conhecemos uma noite à la Ava Gardner,
garota envolta em um impermeável que beijamos
—– uma vez no elevador, na escuridão entre dois andares,
—– e tinha os olhos tão azuis, falava sempre em voz
—– muito baixa – se chamava Nelly.
Feche os olhos e escute o canto das sirenes pela noite
—– prateada de anúncio luminosos.
A noite tem cálidas avenidas azuis.
Sombras abraçam sombras em piscinas e bares.
No escuro céu combatiam os astros
quando morreu de amor,
—————————- e era como se recendesse devagar um perfume.

_
▪ Pere Gimferrer
(Barcelona ESP., n. 1945)
in “La muerte en Beverly Hills”, Editorial Ciencia Nueva,- Colección El Bardo, Madrid, 1968

Mudado para português por – Gustavo Petter (Araçatuba/SP, Brasil). Publica poemas e traduções na página agradaveldegradado.blogspot.com.br



VERSÃO ORIGINAL/ VERSIÓN ORIGINAL

 

La muerte de Beverly Hills

 

V

 

En las cabinas telefónicas
hay misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de labios.
Son las últimas palabras de las dulces muchachas rubias
que con el escote ensangrentado se refugian allí para morir.
Última noche bajo el pálido neón, último día bajo el sol alucinante,
calles recién regadas con magnolias, faros amarillentos de
los coches patrulla en el amanecer.
Te esperaré a la una y media, cuando salgas del cine -y a
esta hora está muerta en el Depósito aquélla cuyo
cuerpo era un ramo de orquídeas.
Herida en los tiroteos nocturnos, acorralada en las esquinas
por los reflectores, abofeteada en los night-clubs,
mi verdadero y dulce amor llora en mis brazos.
Una última claridad, la más delgada y nítida,
parece deslizarse de los locales cerrados:
esta luz que detiene a los transeúntes
y les habla suavemente de su infancia.
Músicas de otro tiempo, canción al compás de cuyas viejas
—– notas conocimos una noche a Ava Gardner,
muchacha envuelta en un impermeable claro que besamos
—— una vez en el ascensor, a oscuras entre dos pisos, y
—– tenía los ojos muy azules, y hablaba siempre en voz
—– muy baja- se llamaba Nelly.
Cierra los ojos y escucha el canto de las sirenas en la noche
—– plateada de anuncios luminosos.
La noche tiene cálidas avenidas azules.
Sombras abrazan sombras en piscinas y bares.
En el oscuro cielo combatían los astros
cuando murió de amor,
————————— y era como si oliera muy despacio un perfume.

_
▪ Pere Gimferrer
(Barcelona ESP., n. 1945)
in “La muerte en Beverly Hills”, Editorial Ciencia Nueva,- Colección El Bardo, Madrid, 1968